el otro lado del mundo

miércoles, septiembre 07, 2005

Vida marina a 2.500 metros de profundidad

Esto es algo no vivido sino leído porque queda infinitamente más allá —o mejor dicho, infinitamente más abajo— de los límites del buceo (2.470 metros más abajo para ser exactos):

Las fumarolas se conocen como los oasis de la profundidad por la exuberancia y la vistosidad de la fauna que las habita. Obviamente, los seres que los pueblan son tan peculiares como su entorno.

Viven sometidos a una gran presión y, si se mueven unos pocos centímetros, pueden pasar de una estufa (350 grados centígrados en la boca de la chimenea) a una nevera (los 2 grados centígrados del agua del mar).

Por si fuera poco, están permanentemente amenazados, bien sea por las erupciones volcánicas o porque la fuente hidrotermal se tapona y entonces todos mueren sin remedio. Su alimento no podía ser menos particular.

A miles de metros de profundidad no llega ni un rayo de sol, de modo que su fuente de energía depende de los compuestos que brotan de lo más profundo de la tierra. Uno de los más abundantes en las fuentes hidrotermales es el ácido sulfhídrico, un derivado del azufre altamente tóxico para los organismos que no habitan alrededor de las fumarolas negras con un característico olor a huevos podridos.


(Leer artículo completo de Angela Boto El País del 7/9/2005. La foto es de la NASA)