el otro lado del mundo

viernes, septiembre 29, 2006

El recién creado lago tóxico de Java Oriental

Si alguien pasa por Java Oriental probablemente tendrá la oportunidad de ver uno de los mayores desastres vividos en la zona en décadas



Desde hoy hace cuatro meses, Sidoarjo, en Java Oriental, se hunde bajo un río imparable de lodo tóxico caliente que ha ido devorando casas, negocios, escuelas, hospitales, fábricas y todo lo que encuentra a su paso.
De momento, cuatro pueblos han desaparecido bajo este lago grisáceo y maloliente que en algunos puntos llega hasta los cinco metros de altura y cerca de 10.000 familias han tenido que ser recolocadas.

Incapaces de contenerlo
Y aún no ha habido dique ni máquina ni experto ni chamán capaz de frenar su avance, a ritmo de 50.000 metros cúbicos cada día o más de 6 millones en total.
El lodo procede de las entrañas de una región muy rica en gas natural que estaba siendo explotada por la compañía indonesia Lapindo Brantas Inc., de la cual posee acciones el conglomerado empresarial del ministro Coordinador de Asuntos Sociales Abu Rizal Bakrie.

Aunque la compañía atribuyó la fuga en un primer momento a un temblor sísmico pronto dio marcha atrás pero se desconoce aún con certeza cuál ha sido el origen del vertido y también cuál es su solución.
El pozo que reventó tenía una longitud de tres kilómetros hacia el centro de la tierra y todo apunta a que los muros de protección que deberían haberse construido paralelamente al boquete terrícola no se hicieron.

Desastre medioambiental
El gobierno ha propuesto y, se ejecutará a partir de la próxima semana, que la mayoría del lodo sea arrojado sin tratar a un río que desembocará en el mar. Los residentes, aunque pueda parecer mentira, están contentos con la decisión porque tienen miedo a que el lago tóxico se desborde y provoque riadas de lodo en cuanto empiece la inminente temporada de lluvias.
La llegada de las lluvias y los cuatro meses de retraso del gobierno en reaccionar (hace dos días ha declarado la región zona catastrófica) han hecho que se descarte una idea que parecía viable a principios de agosto, usar una bacteria anunciada por la Universidad de Malang que sobrevivía en el lodo caliente y neutralizaba hasta el 60 por ciento de los metales pesados.

El escándalo es tan grande que los indonesios ya han lanzado una telenovela sobre el mismo: "Gali lubang, tutup lubang (cava un agujero, cierra un agujero"). Fliping con este país...

martes, septiembre 26, 2006

Kerapan sapi, las carreras taurinas de la isla de Madura

Cae la bandera y dos pares de toros salen a la estampida guiados por niños de menos de diez años que luchan por mantenerse sobre sus lomos. Miles de espectadores gritan, saltan y corren para animar a sus favoritos en el polvoriento estadio de Pamekasan, la capital de Madura. Bajo un sol que quema todo lo que toca, el uniforme de los presentes está formado de sombreros, pañuelos en la cara, chaquetas de manga larga y pantalones para ser capaces de resistir hasta la tarde, cuando se conoce al vencedor. Eso sí, nada rojo porque ahuyenta a los toros, dicen aquí.

La final, o Copa Presidente se celebra cada año en algún domingo de septiembre y compiten las mejores 24 parejas de animales de la isla, seleccionadas en las semifinales celebradas durante los dos meses anteriores en Pamekasan, Sumenep, Sampang y Bangkalan.

Imitando a los San Fermines
Aunque está prohibido seguir la competición desde la línea de meta, centenares de personas se alinean desafiantes a pocos metros de ésta y se apartan corriendo cuando se aproxima a gran velocidad la pareja vencedora. Los militares intentan retirar a los madureses de esa peligrosa posición blandiendo látigos contra ellos pero éstos, conocidos por su carácter fuerte y apasionado, reocupan el espacio a los pocos segundos.

Los toros de carreras son alimentados, además de con la mejor hierba, con cien huevos diarios y una mezcla de especies tradicionales entre las que se incluye jengibre, pimienta, guindilla y miel para fortalecer al animal. Antes de la final, bailarines de todo Madura ocupan el estadio para exhibir danzas tradicionales mientras el día anterior visten a los toros con todo tipo de collares, flores, sombreritos de plata para los cuernos y otro tipo de adornos que también son interesantes de ver, sobre todo por la persona, casi siempre un hombre mayor, que tira simbólicamente de las riendas y se marca unos bailes muy cómicos.

Sumenep: mezquita, keraton y playas desiertas
Acabado el espectáculo de las carreras taurinas es posible coger un autobús hasta Sumenep para ver la Mezquita y el keraton, relajarse en la desierta playa cercana de Lombang o, simplemente, disfrutar del paisaje de vuelta sobre todo en aquellos trozos en los que se ve el mar inundado de pequeños barcos de pesca tradicionales con sus velas azules extendidas o las montañas de sal, uno de los productos más exportados de Madura. Por supuesto, a los que les guste comprar, se pueden volver locos con las telas o batiks porque las hay que son preciosas.



Los domingos por la mañana, si uno tiene ganas, está muy bien irse al puerto cercano de Pamekasan para ver amanecer mientras una procesión de niños, adolescentes y abuelos pasean y hacen ejercicio por su malecón mientras los pescadores llegan con las barcas llenas y venden los peces capturados por la noche en el mercado callejero que hay a pocos metros del puerto.



Cómo llegar
A Madura sólo se puede llegar en ferry. Lo más fácil es cogerlo en Surabaya porque sólo tarda media hora y hay uno tras otro. Es baratísimo, sólo 3.500 rupias (30 céntimos de euro).

Una vez en Kamal, el puerto de Madura (o antes, porque os podéis subir al bus directamente en el puerto de Surabaya), para llegar a Pamekasan, una opción barata es el bus, dos euros hasta Pamekasan y 70 céntimos entre Pamekasan y Sumenep. Por supuesto, habrá a quien le parezca bastante suicida subirse en un bus en Indonesia y los de Madura no son ninguna excepción... Quien quiera supongo que puede ir en taxi.

Dónde dormir
El mejor hotel de Pamekasan es el Ramayana, que está muy cerca de la terminal de buses (1 euro o 10.000 rupias en ojek, taxi moto) y con unas habitas grandes por 160.000 Rp. (15 euros). Lo mejor del hotelillo es la terraza de arriba, en la que sopla una brisa chachi y se está genial.

Lo más divertido de la Kerapan Sapi no son las carreras en sí sino todo el personal y el folklore que hay por alrededor.